Es bien sabido que el desierto no es un lugar acogedor. Ni acogedor ni seguro, pero para aquella kunoichi de azules cabellos el desierto simbolizaba el único lugar en el que podía escapar de sus obligaciones durante algún tiempo. En realidad podía llegar a ser relajante cuando te acostumbrabas... El sol acariciando la piel, las suaves ráfagas de viento de vez en cuando... No caminó mucho hasta encontrar un oasis en el que paró y se sentó, perdida en sus pensamientos. A veces, incluso los kages necesitan desconectar... Cerró los ojos y, sin siquiera pensarlo, comenzó a crear pequeñas mariposas de papel que revoloteaban a su alrededor suavemente, como si flotasen.
Off: Tema libre, sois libres de entrar si quereis. Pero solo una persona y, como máximo, dos!